Hay un fenómeno a nivel mundial post pandemia que en Latinoamérica se ha acentuado con mayor intensidad y con diferentes matices, pero que en realidad responde a la misma matriz de evolución que merece un estudio especial.

En Latinoamérica, desde el 2020, y a raíz de la evolución de la pandemia, hemos visto cómo el comportamiento político ha ido fluctuando, imponiéndose las “Extremas” y evidenciándose una abierta “Anti”, “Ultra” y “Libertaria”. Esta última, muy relacionada con una polisemia que, en su mejor acepción, significa Libertad y, en su peor acepción, la más extrema, Anarquía. En todo caso, la gran pregunta debería ser: ¿Esta ola de “Extremas” seguirá cundiendo en el resto de Latinoamérica? Es decir, ¿puede tocarnos a nosotros también en Perú? La respuesta es ¡Sí!

Más abajo trataré de echar más luces respecto de lo que se viene pero, primero, cabe recordar brevemente cómo llegamos hasta este punto. Como dije en su momento, en agosto del 2020, en mi artículo Presidente Vizcarra solo aporta confusión y mensajes Esquizofrenógenos, el mundo que conocíamos en el 2019 desapareció en el preciso instante en que la OMS declaró ¡PANDEMIA MUNDIAL! Y para aquellos que, de una forma ingenua y romántica, esperaban que, terminada la pandemia, las cosas regresaran al mismo estado de la fecha en que nos pusimos en pausa en el 2019, tal como lo escribo en ese mismo artículo de agosto del 2020, se dieron con la desilusión de que ya nunca más íbamos a regresar a ese mundo de antes. Nos tomó decenios habituarnos a ese mundo, sus idas y venidas, nuestros propios cambios, nuestras ansiedades, depresiones, estrés, etc. Los niveles psicológicos que a “sangre y fuego” aprendimos a controlar y logramos casi normalizar según los “criterios sociales” en lo que a bienestar emocional, psicológico y social respecta, en ese fatídico momento se fueron todos al tacho y entramos en trompo a un mundo en gran parte nuevo y desconocido, y donde esos niveles psicológicos manejados por decenios se nos escaparon completamente de las manos. Ya sea por trabajo personal, familiar, razones médicas, etc., para nosotros y para cientos de millones en todo el mundo dichos niveles psicológicos se elevaron por encima de ese nivel homeostático que aprendimos a controlar, se expandieron hasta la estratosfera, y en esas condiciones incontrolables entramos a un mundo desconocido donde la sociedad ya no era más esa sociedad predecible y, hasta cierto punto, “(cuasi) fácilmente controlable”.

Quizá habremos vencido al virus y puede incluso que ya no se hable de él, pero aún seguiremos tratando de vencer los estragos sociales y económicos que nos habría dejado la pandemia

Artículo: Presidente Vizcarra solo aporta confusión y mensajes Esquizofrenógenos

En ese mismo artículo escribía que en 2-3 años (es decir entre el 2022-2023) “quizá habremos vencido al virus y puede incluso que ya no se hable de él, pero aún seguiremos tratando de vencer los estragos sociales y económicos que nos habría dejado la pandemia”. Mi intención no es congratularme por mis análisis que pronosticaban tormentas, pero el hecho es que hoy nos encontramos viviendo en ese vaticinado momento en el tiempo del que tantos malos augurios hice en agosto del 2020, y no tengo más que ver la televisión, leer los diarios y salir a las calles para —tristemente, que no quepa duda—corroborar mis pronósticos.

No hay nada mágico en esos pronósticos. Solo hay que saber identificar, analizar y proyectar los patrones de conducta individuales y colectivos de la sociedad. Asimismo, no es difícil proyectarnos a futuro a partir de hoy.

Regresando al título, el fenómeno Bukele / Milei / El Niño Global no es otra cosa que el síntoma de lo que viene sucediendo en ese “nuevo mundo” que recién estamos aprendiendo a conocer como niños que entran al primer grado. Y, como el de todo niño, nuestro aprendizaje en este “nuevo mundo” se da por acierto-error. Lamentablemente, todos nos encontramos en ese mismo nivel. Ese nivel es inicial, pero, como siempre, dependerá de las cualidades en el nivel de aprendizaje y de comprensión que responderán a las capacidades de cada “niño”. No nos olvidemos que aún están aquellos que desesperadamente siguen pidiendo el regreso al 2019; y también aquellos que desean destruir todo para comenzar de cero, sin darse cuenta que a partir de ese fatídico día en que la OMS declaró pandemia, el mundo ya, en muchos sentidos, se reseteó de nuevo a cero.

En el mes de septiembre de este año (2023) hice un análisis sobre el futuro político peruano para un cliente y me permitiré incluir aquí algunos puntos resumidos de dicho análisis que me parecen particularmente interesantes ahora, algunos meses más tarde. Como siempre, este análisis fue basado en el estudio de los patrones de conducta individuales y colectivos de nuestro país. Y al revisarlo, hay que tomar en cuenta que, lejos de lo que nosotros podamos querer creer, no somos un solo Perú: somos muchos Perú dentro de un mismo territorio. No es, pues, la misma idiosincrasia la de Tumbes que la de Lima, la de Amazonas que la de Puno, la de Tacna que la de Arequipa.

Aquí, los puntos interesantes a modo de antecedentes clarificadores:

  • Las casualidades no existen ya que todo responde a una causalidad. Por lo tanto, aquellos que se esperanzan en la suerte, ya fueron.
  • Lo que llamamos “legitimidad política del gobierno” no es otra cosa que el valor que la mayoría de la población le da a un mandatario. Si no se tiene esa mayoría, se termina dependiendo de otros poderes para que lo sostengan a uno.
  • Si el gobierno no tiene esa legitimidad política que le da la aprobación de la mayoría de la población deberá recostarse, por ejemplo, sobre el Congreso de la República, la Fiscalía de la Nación, los medios de comunicación y las FFAA para que lo sostengan hasta el “2026” (así, entre comillas, pues lo digo como un ejercicio de análisis, no un hecho, como veremos más adelante).
  • El problema reside en que estos poderes o instituciones que prestan su apoyo o sustentan a ese gobierno, tienen sus intereses institucionales, partidarios, grupales y personales. Así, fácilmente ese gobierno puede quedar atrapado y a merced de ellos ya que, como velas al viento, esas mismas Instituciones de Poder que hoy —o, mejor dicho, ayer— apoyaban a dicho gobierno, le van quitando su apoyo y, poco a poco, lo terminan dejando solo.
  • A pesar de que por el momento ninguna de esas Instituciones de Poder suelta por completo al gobierno, analizando los patrones de conducta (como siempre) se puede colegir que han comenzado a mutar hacia la “vereda del frente”. Sostengo que para ello todos tenemos muchos indicios.
  • Por ejemplo: el desesperado apuro por sacar leyes “sí o sí” que los ampare, el que cierta prensa que hasta hace pocas semanas blindaban al gobierno ante cualquier denuncia o ataque esté ya reduciendo dicho blindaje (aunque aún lentamente), entre otros patrones de conducta —y créanme que existen muchos más—. Esto me lleva a colegir que la ola ya comenzó. Y, como todos sabemos, una ola no se detiene hasta que toca tierra, y lo hace rompiendo contra riscos rocosos, playas arenosas e incluso, en el peor de los casos, puede terminar en tsunami. 

Interrumpo el resumen para indicar que estas Instituciones de Poder deberían tomar muy en serio la “Tercera Ley de Newton”, la que plantea que toda acción genera una reacción de igual intensidad, pero en sentido contrario. Ellas, las Instituciones de Poder, juran que sus acciones no van a tener una reacción de igual intensidad, y mucho menos se imaginan que esta va a ser en oposición a aquellas, sus acciones. En la política, como en la Física, el equilibrio se da cuando las fuerzas que interactúan entre sí —solo si son de igual valor y poder— se logran anular mutuamente, es decir dejando la suma de sus fuerzas resultantes en cero. Si esas fuerzas (Instituciones) cambian, aunque sea en mínimas proporciones, el equilibrio se va a alterar. A buenos entendedores, pocas palabras.

Prosigo con el resumen de los antecedentes clarificadores de interés:

  • A fines de año (2023-a-2024) se nos viene el fenómeno de El Niño Regional y El Niño Global. Estos, como siempre, traerán inundaciones en el norte y sequias en el centro y sur del país. (Y, por si no lo tuviéramos claro a estas alturas, así también lo pronosticó para este año el Colegio de Ingenieros de Piura.)
  • Si tomamos en cuenta la imprevisión e incapacidad de accionar a tiempo por parte del estado en general, esos fenómenos, aunque sean leves, aun así van a ser catastróficos.
  • La recesión económica aumentada por los estragos de El Niño y el desabastecimiento y/o carestía de alimentos en muchos de “esos Perú” que se encuentran dentro del territorio nacional generará una protesta social espontánea debido a estos factores. Dicha protesta podría engrosar la protesta organizada, hoy todavía débil, pero latente que estamos ya viendo si miramos con intención.
  • Cabe un poco de historia: El Niño de inicios de este año, que, recordemos, trajo el ciclón Yaku, ha provocado una caída de -2.0% del PBI agropecuario. Como los porcentajes son siempre tan abstractos, algo muy concreto: esta caída queda palpablemente graficada en el astronómico aumento del precio del limón, por ejemplo, un producto básico en nuestro país. Imaginemos, pues, que El Niño Global va a empeorar mucho más la situación, regionalizando el daño; lo que afectará incluso a Lima —no hay que ser mago para solo analizar patrones—.
  • Dadas estas condiciones, podemos sospechar que la protesta social va a renacer incluso en Lima. Esta será fortalecida por errores del Congreso (como el tema de la JNJ, Bono de 10,000 soles, bicameralidad y guerras intestinas en el Ministerio público, etc.) y del gobierno central (con todas las carpetas fiscales abiertas). Podemos incluso prever la presencia en las regiones de los mismos gobernadores, que posiblemente encabezarían ellos mismos las protestas.
  • Como podremos comprender, estando en plena crisis en el comienzo del 2024 las mutaciones y cambios de patrones de conducta individuales y globales se van a potenciar, dejándonos ver cómo esas “velas al viento” van a generar que, una a una, las Instituciones de Poder comienzan a abandonar en plena crisis al capitán del barco, dejándolo a la merced de sus circunstancias.
  • Como consecuencia de todo esto, es muy probable que a finales del verano —es decir marzo-abril 2024— veremos cómo la crisis política de este gobierno llegará a su clímax más temido por muchos y anhelado por otros y esto, con definiciones insospechadas. Esto siempre en el mundo de los análisis de patrones de conducta y proyectando los escenarios posibles en el futuro y todo va a depender de las estrategias que hayan sido capaces de hacer o no hacer para manejar esa futura crisis y por supuesto lo que todos queremos, que el niño decida irse o no “Joder más al Perú”.

Me gustaría decir que espero equivocarme, pero más de 33 años aguzando mi mirada sobre el campo siempre-álgido de la política peruana me dicen que si en algo puede que yerre será en que la cosa siempre puede ser considerablemente peor de lo que uno se imagina que será…