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(Extracto del análisis realizado en el año 2004.) “… El panorama cercano no es mejor. Se viene un paro de transportistas grandes (camiones y omnibuses), el reclamo de las regiones (ya paró Cusco, el 11 para Arequipa, el 26 para Puno) y las demandas por la situación de emergencia propia del verano (desbordes e inundaciones). Hoy El Comercio ha publicado que 7 de los 15 ministros opinan que debe haber cambio de gabinete.
Toledo comenzó su caída en picada a fines de enero tal como lo pronostiqué en los análisis de la fecha y su caída está arrastrando a todos los políticos que en los últimos tiempos forman parte de la escena política nacional, ya que la opinión pública los culpa de ser los verdugos de Toledo y esta situación les causa tanta frustración y desesperanza que “matan al mensajero”…”
¿Estaremos reeditando el escenario político del 2006?
Revisando mis análisis del año 2004 sobre la trayectoria balística de los hechos y su proyección al escenario político del 2006, me encuentro con similitudes muy preocupantes que vale la pena analizar; y, sobre todo, recordar que cada cuatro años reeditamos los mismos escenarios.
A este punto vale la pena reflexionar sobre el escenario en el que nos encontramos ad portas del 2011, que—tal como yo lo veo—es bastante similar al del 2006.
Por un lado nos rige un gobierno democrático eficiente en el manejo de las grandes finanzas pero emocionalmente desconectado de la población… muy palaciego… lo que le significa un bajo nivel de aprobación popular, baja credibilidad y afloramiento del posicionamiento negativo de un pasado que, resumido, muestra una hipersensibilidad ante cualquier señal de inflación y de corrupción.
El cuadrante ideológico más activo y conectado con la población más necesitada es el de la ultra izquierda representada por algunos liderazgos regionales, gremiales y sindicales y el nacionalismo popular y partidario. Se manejan sin presión de responsabilidad gubernativa, con estrategas y estrategias razonablemente bien cumplidas, con disciplina vertical y financiamiento perceptible pero difícil de medir.
El cuadrante ideológico del centro y la derecha, y aún el de la izquierda moderada o moderna, está atomizado por la lucha de liderazgos. Marcha sin estrategia, priorizando objetivos personales a los nacionales tal como ocurrió en 2006. Sus partícipes están muy ocupados en administrar el boom del crecimiento económico y en medir el posible impacto de la recesión mundial en sus empresas. No están mirando a la auténtica amenaza que ronda el país: el quiebre de la ruta de mercado que conduce hacia el progreso y el consiguiente regreso a la senda populista y totalitaria, atrasada y acomplejada, que pretende dominar la región andina. Entonces la gran pregunta es ¿Qué estamos haciendo mal que cada cuatro años reeditamos la misma tragedia?
Amplío acá el extracto del texto original …
“…El panorama cercano no es mejor. Se viene un paro de transportistas grandes (camiones y omnibuses), el reclamo de las regiones (ya paró Cusco, el 11 para Arequipa, el 26 para Puno) y las demandas por la situación de emergencia propia del verano (desbordes e inundaciones). Hoy El Comercio ha publicado que 7 de los 15 ministros opinan que debe haber cambio de gabinete.
Toledo comenzó su caída en picada a fines de enero tal como lo pronostiqué en los análisis de la fecha y su caída está arrastrando a todos los políticos que en los últimos tiempos forman parte de la escena política nacional, ya que la opinión pública los culpa de ser los verdugos de Toledo y esta situación les causa tanta frustración y desesperanza que “matan al mensajero”.
A pesar de que a ningún político en estos momentos le interesaba la caída de Toledo particularmente, se ha visto que la misma avalancha que está arrastrando a Toledo se los está trayendo abajo a ellos también. A este paso y de no mediar nada, se corren el riesgo de que para el 2006 no quede nada de ellos tampoco. Es este análisis el que los está llevando a precipitar la caída de Toledo en su afán de evitar que el tiempo los consuma totalmente. En estos momentos no hay forma de que Toledo caiga sin llevarse a todos con él, por lo tanto lo más probable es que Toledo sea apuntalado por los políticos más fuertes.
En un panorama como el actual donde la opinión pública rechaza a los políticos en general, rechaza al Parlamento, el poder judicial y en general rechaza el poder en sí en una suerte de memoria genética que se remonta a 600 años en la historia peruana, es donde hallamos el perfecto caldo de cultivo para el nacimiento de un “caudillo”, Líder de cautivante personalidad y de trato paternalista, normalmente un revolucionario que no tiene miedo a personificar las causas del pueblo con mucha vehemencia.
Es en estas circunstancias que el perfil ideal de un candidato, tiene más de caudillo que de intelectual, tiene más de izquierda que de derecha y tiene más de padre que de profesor y la gran pregunta que en estos momentos está atormentando a los ciudadanos de todos los estratos socioeconómicos es: ¿Quién va a sacarnos de ésta?…”
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