Análisis político publicado en la revista Protagonistas Nº7 de diciembre 2020
Un político que no interpreta orgánicamente la forma de pensar de su pueblo, está totalmente a merced de las contingencias, destinado a conceder en lugar de negociar y a una interminable cadena de ensayo/error que condena al político a tapar huecos en lugar de evitarlos.
Un político que no interpreta orgánicamente la forma de pensar de su pueblo, está totalmente a merced de las contingencias, destinado a conceder en lugar de negociar y a una interminable cadena de ensayo/error que condena al político a tapar huecos en lugar de evitarlos.
Cada paso que damos en la política, cada decisión que tomamos, creamos realidades nuevas tanto en nuestras vidas como en la de nuestro entorno y si el político está ejerciendo un cargo público como alcalde, congresista o presidente, el rango del daño posible por la influencia de dichas desiciones, afectan a millones de personas.
El “Efecto Paraguas” es un termino usado en estrategia política para explicar un fenomeno que se da cuando un un político obtiene el blindaje incondicional del ciudadano, pase lo que pase y haga lo que haga nada ni nadie puede penetrar ese blindaje como si fuese inmune a cualquier intento de penetración. Tenemos en estos momentos un ejemplo claro en USA donde más del 40% de la población sigue a Donald Trump como si fuera un dios, y al estilo Jim Jones (1978) lo seguirán hasta la muerte incluyendo su recomendación de inyectarse legía a los pulmones para desaparecer el covid19. Este blindaje no es eterno, casi mágicamente para el ojo no experimentado en percepciones, un día sin que nadie se de cuenta del cómo, cuándo y por qué y repito, para el ojo no experimentado, ese blindaje resulta perforado y como un globo de agua estalla destruyéndolo todo a su paso y comenzando por el político.
Efecto “Paraguas”
De modo similar aunque no igual, Vizcarra en el Perú gozaría aparentemente de ese blindaje y a pesar de que todos los días le sacan pruebas de mentiras, manipulaciones y hasta posibles delitos, sin embargo, el pueblo hoy está en las calles, no porque estén defendiendo a Martín Vizcarra, están defendiendo la única homeostasis, que es la tendencia a resistir cambios con el fin de mantener un ambiente interno estable y que en estos momentos de pandemia y crisis, esa estabilidad relativa estaba anclada a ese político que salía casi todos los días en “habla el presidente” y nos tenía a todos los auto cuarentenados entretenidos adivinando cual fue el mensaje que tenía que dar dentro de las 2 horas de discursos periféricos, terminando más confundidos al final, de lo que estabamos al principio.
Notese que en ambos ejemplos no es necesariamente el político el dueño del “Paraguas” ya que en la realidad es un “Paraguas”compartido entre el político y lo que el encarna y es esa la razón por la que cambiando uno de los dos elementos gestores de ese efecto, “mágicamente” perfora el blindaje.
Efectivamente, el “Efecto Paraguas” es ese escudo invisible que inconscientemente los ciudadanos en una especie de sugestión colectiva de –así como estoy, me siento bien y no hagan olas- ponen delante del político para protegerlo contra viento y marea, lo blinda contra todo y contra todos porque siente que es él y lo que él encarna quien mantiene la homeostasis en sus niveles.
Muchos políticos en la historia del Perú también han gozado de esta protección por periodos específicos de tiempo y eso responde a que el ciudadano por sobre todas las cosas quiere vivir tranquilo, que su calle sea segura, que no tenga huecos y que no le compliquen la vida más de lo que él está dispuesto a aguantar.
Hoy noviembre del 2020 en plena pandemia y donde el 70% de la población ha perdido su trabajo formal o informal y el ambulante ya no es solo aquel que desea esquivar las leyes o el formal que saca a sus ambulantes a la calle, ahora el ambulante también es uno de los casi 9millones de desempleados que salen a la calle a tratar de conseguir algo para alimentar a su familia, imagines ustedes las ganas que tienen de que ahora se le cree un nuevo problema político del que no solo no estaba preparado sino que ha empeorado toda su ya precaria situación porque somete al país a una inestabilidad que recién comienza y por supuesto aun no tiene visos de terminar.
No saber “leer la calle” puede costarle a un político todo pero lo más peligroso es que puede costarle la estabilidad al pais. Como lo digo en mi libro Rumbo al Éxito, si un político no sabe navegar en el mundo de las percepciones, que al fin y al cabo es el mundo de las verdades relativas o más claro el punto de vista de cada uno, sus deciciones no estarán sintonizadas con ese mundo en el que se mueve el poblador y por lo tanto colicionará continuamente con la calle.
El panorama cercano no es el mejor ni de lejos un panorama pasajero y se vienen tiempos convulsionados, paros, reclamos de los gobernadores regionales y los reclamos ciudadanos a nivel nacional por la no aceptación de lo que ellos ven como un “golpe”.
¿Estaremos reeditando escenarios políticos del pasado?
Por un lado tenemos a ciudadanos que sienten que se está cometiendo una injusticia y sale a las calles a reclamar lo que considera sus derehos, esos son pacificos y son el 85%. Al mismo tiempo tenemos precandidatos a la presidencia del 2021 que aprovechan esta situación de manera canibal y tratan de llevar agua para sus molinos, encabezando aparentemente estas protestas, aunque solo lo hacen mientras que estan las cámaras y los micrófonos delante, pero lo más grave es que azuzan a la población y siembran entre los pacificos ciudadanos, sus portatiles altamente polítizados y violentos. Pero ahí no acaba todo ya que tambien se suman extremistas violentos y maleantes que solo desean crear caus para rapiñar. Como comprenderán ese 15% o menos que no tienen nada que ver con los pacificos ciudadanos que marchan protestando, son los que generan caos, violencia y la lógica reopresión de la policia.
A este punto vale la pena reflexionar sobre el escenario en el que nos encontramos ad portas del 2021, que—tal como yo lo veo—va a ser un año donde el que sea electo presidente, deberá poner en práctica una economía de guerra donde priorice lo que es trabajo/alimento, salud, seguridad y educación. Nada de elefantes blancos ni de grandes proyectos para los siguientes 20/40 años, sino salvataje para ese 70% de ciudadanos que quedaron sin trabajo, lo que significa que el estado debe generar trabajo mientras que se permite a las empresa volver a operar cpn cierta normalidad, asegurar una salud gratuita y una educación publica que pueda incorporar a todos aquellos niños y adolescentes que no pueden regresar a sus colegios porque ya no pueen pagar las matriculas. Como ven, en el 2021 nos espera una economía de guerra en plena pandemia ya que aun cuando llegue la vacuna, mediados o fines del 21, conviviremos con los estragos de esta crisis por varios años.
Culpa de las ideologías
El cuadrante ideológico más activo y conectado con la población más necesitada es el de la ultra izquierda representada por algunos liderazgos regionales, gremiales y sindicales y el nacionalismo popular y partidario. Se manejan sin presión de responsabilidad gubernativa, con estrategas y estrategias razonablemente bien cumplidas, con disciplina vertical y financiamiento perceptible pero difícil de medir.
El cuadrante ideológico del centro y la derecha, y aún el de la izquierda moderada o moderna, está atomizado por la lucha de liderazgos. Marcha sin estrategia, priorizando objetivos personales a los nacionales tal como ocurre tradicionalmente en todas las campañas electorales. Sobre todo los de la derecha, están muy ocupados en administrar el boom del crecimiento económico y en medir el posible impacto de la recesión mundial en sus empresas, cosa que en el 2021 les será muy dificil por la crisis en la que nos hencontramos y de la que ellos han demostrado mundialmente que no han sabido manejarla ya que no están mirando como la crisis y la pandemioa afecta al pueblo, solo alcanzan a mirar como afecta a sus intereses económicos, dando así pie a las izquierdas a que a falta de atención, regresen a la senda populista y/o totalitaria, atrasada y acomplejada, que pretende dominar la región andina. Entonces la gran pregunta debería ser: ¿Qué están las idiologías haciendo mal que cada cuatro años reeditamos las mismas tragedias siempre?
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